Repentinamente se quedo absorta, inmóvil en el piso bordó de aquella casa inexistente. Miró sus pies y tocó su izquierdo, más sorprendida que asqueada, dedo por dedo.
Comenzó sintiendo el meñique, mirándolo detalladamente y así siguió uno por uno, con el total de nueve dedos izquierdos, dos más a medio crecer y algún cartílago descarado.
Temerosa miró su pie derecho, éste era normal pero... ¿cuándo había sucedido?¿de la noche a la mañana te crecen cuatro dedos y no te das cuenta?
-mamá -decía mientras caminaba rengueando
-mamá -¿dónde está mi mamá?
-mamá
-¿qué?
-vení conmigo
-¿qué?
-mamá tengo nueve dedos
- ...
-¿y qué son estos cordones que están metidos en mi piel?
-no te los desates
-¿pero cómo pueda ser que en veinte años no me haya dado cuenta de que tengo cuatro dedos de más?
-vos no te lo toques
-mi comprensiva mamá...
¿cómo puede ser?...¿podía ser?
Me despierto sobresaltada, cierro los ojos y trato de sentir cuántos tengo de verdad. No siento, no siento. Con rapidez tiro los acolchados, prendo la luz, mantengo la calma "solo fue un sueño" me repito desesperada, gloriosamente los mismos cinco dedos de siempre, ya pasó, ya pasó... aunque me sigo preguntando ¿cómo podía ser que en veinte años no me haya dado cuenta? y, quizás, después de pensarlo un rato, me daba cuenta cada día y al terminar simplemente lo olvidaba.
Quizás, después de todo, los nueve dedos de mi pie sólo fueron la excusa.
(preocupante... pero excusa en fin)
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