lunes, 9 de enero de 2012

Fringir

Sarah llega a casa, deja el bolso y se dirige a la cocina por un café, entra y enciende la cafetera, una mano toma su cintura con gran aprehensión, gira lentamente y él la besa con pasión.
Se deshace del abrigo, él de la remera, los hombros quedan al desnudos y así queda algo más... sus besos mezclan con pasión las tensiones del día y olvidan todo dando vueltas en la cama.
-Ya son las once -dice extremadamente relajada, él le responde -te levanto a las seis- se abrazan y funden su amor en sábanas de seda.
Ella despierta, la cama está vacía, no hay dos pares de zapatos en el suelo, su vestido sobre el colchón y su amor en el rincón.
Sarah está sola en su habitación, se levanta y observa lo que no quiere ver: está sola en su departamento y son más de las seis...

Por más que los vistamos de seda, los monos: siempre serán monos

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